Centro de Documentación da AELG
Memorias de un Niño Campesino
José Antonio Portuondo
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Fonte: Editorial Arte y Literatura (La Habana)



RETRATO DE UN GALLEGO ADOLESCENTE


DESDE 1961 -HACE YA CATORCE AÑOS- ANDA Y SE AFANA anda y se afana entre nosotros un admirable escritor gallego: Xosé Neira Vilas. Muchos lo conocen sólo por su activa integración revolucionaria: funcionario eficiente del Ministerio de la Industria Química, miliciano, cederista entusiasta, dinámico participante en trabajos voluntarios en el campo o en la fábrica, miembro responsable de su sección sindical...

Otros han seguido su trayectoria periodística desde Revolución y Noticias de Hoy hasta Bohemia, Juventud Rebelde, España Republicana... Para nosotros es, ante todo, el creador fervoroso y el animador constante de la sección de lengua y literatura gallega en  nuestro Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. La figura ágil, nerviosa, de Neira, movlínd e rauda por las galerías, oficinas y biblioteca del Instituto, es ya parte inolvidable e insustituible de nuestra existencia cotidiana: organizador infatigable de conferencias y exposiciones de literatura y arte gallegos, dentro y fuera de la Academia, ha hecho que los cubanos recordemos la importancia decisiva, económica, social, cultural, de la inmigración gallega en Cuba, reflejada, más allá de la pesada crocantería del palacio del «Muy Ilustre Centro Gallego» -hoy destinado a mejores menesteres-, en la presencia viva de generaciones sucesivas de trabajadores manuales e intelectuales que contribuyeron a amasar nuestra nacionalidad. sin renunciar a la. suya emotivamente recordada siempre -¡oh la saudade diestramente expuesta por el doctor Roberto Novoa Santos, en inolvidable conferencia pronunciada en la Institución Hispanocubana de Cultura!-, en la obra creadora. realizada aquí, de muchos de los más grandes artistas gallegos -Curros o Castelao, primeras ediciones de Rosalía, el germen inicial de la Academia de la lengua gallega...-, en la lucha constante de los transterrados por contribuir a la definitiva redención ole su tierra natal y de su patria adoptiva, a la que han dado hijos ilustres y raudales fecundantes de sudor y sangre. Xesás Alonso Montero, con su doble autoridad de buen escritor y de gallego ferviente, ha hablado de «la gran vocación» de Neira Vilas: «la vocación de gallego». Esto marca de manera, definitiva su vida y su obra.

Hay  un aspecto de esta obra que debemos destacar y es su condición de escritor excelente, y de escritor bilingüe. Porque en la ya respetable -en cantidad y calidad- producción de Neira se equilibran las letras escritas originalmente en gallego y las redactadas, también de inicio, en castellano. En ambas lenguas Xose Neira Vilas es siempre un profundo observador de la vida circundante a quien la soterrada ternura y la galleguísima saudade no estorban al agudo sentido crítico y la más sutil y certera ironía. Siempre dueño y señor de su instrumento expresivo, sabe encerrar en breves párrafos, en escuetas oraciones, el más hondo y ancho sentido. El párrafo inicial de este libro que presentamos a los lectores cubanos, Memorias de un niño campesino, es una muestra excelente de esta profunda y certera sobriedad. El capítulo se titula «Yo soy...»; y comienza de este modo:

«Balbino. Un rapaz de aldea. Como quien dice, un nadie.  Y, además, pobre. Porque de la aldea también es Monolito
v no hay quien se le atreva, a pesar de lo que le aconteció por mi causa.»

En estas breves memorias se refleja la existencia de un niño campesino y, desde ella, el vivir cotidiano de una aldea; tal vez sería mejor decir de la aldea gallega, entre 1940 y 1945, el primer lustro posterior al final de la guerra española. Aunque Neira ha escrito excelentes relatos para niños, éste no es uno de ellos, como tampoco un análisis sico-sociológico de un «caso» de niño ello campesino, tipificador de la infancia aldeana gallega. Es la evocacion de una existencia y un ambiente realizada con sentido critico, pero sin rebasar ni destruir los contextos propios del rapaz de su aldea.

Corno ha señalado Xesís Alonso Montero, «Balbino, niño de aquella triste Galicia rural, es una conciencia de clase, sin duda un tanto ingenua y simple, pero capaz de llegar a la conclusión de que "algún día hai que arrepoñerse", de que algún día hay que rebelarse. Balbino, realmente, es un  "contestatario" multidimensional. ¿Por qué un luto que no siente le impide durante tres años asistir a las fiestas de la comarca? ¿Por qué el maestro no les habla v enseña en la lengua del país? Balbino, aunque no lo formule así. no identifica el estado presente de cosas con el estado natural de las mismas. Balbino, aun desde su ingenuidad de niño, sabe que el hombre es el verdadero protagonista de la historia. "Las cosas -precisa en cierta ocasión- acontecerán según nosotros queremos".»

Balbino es un preadolescente que plantea a la vida sus apremiantes «por qué». Neira reconstruye, con su madurez ole adulto, armado ya de una concepción marxista leninista, aquellas interrogaciones sin deformarlas ni mixtificarlas, respetando su ingenuidad y hasta su rastro inevitable de interpretaciones mágicas, mitológicas, religiosas, naturales en una criatura conformada por un medio campesino económica y culturalmente retrasado, subdesarrollado.

Al evocar su propia infancia con sus ojos y su mentalidad de hoy, Neira no deja que el revolucionario adulto imponga sus parámetros al niño campesino ingenalimente rebelde que, desde el primer párrafo, contundentemente conciso, de sus memorias, plantea el antagonismo entre el Balbino pobre, «un nadie», y Manolito, «a quien no hay quien se le atreva», el hijo del señor rico de la aldea. En el último capítulo del libro, Balbino reflexiona amargamente: «Si bien se piensa, todos somos criados. Todos, menos los que son amos. Hay gente de dos clases: la que manda y la que es mandada.» Balbino expresa con ello su conciencia de la existencia de clases antagónicas. No plantea aún, no es tiempo todavía para él, una actitud revolucionaria, pero revela el alborear de una visión de la realidad social basada en la confrontación de clases que se oponen y a una de las cuales, la de los que son mandados, pertenecen él y su familia y la casi totalidad de los habitantes de su aldea. Pero él no es de los que se conforman, no es un fatalista.

En un bello capítulo de corte shakesperiano, Balbino dialoga con Serafín, el enterrador, que está cavando una tumba: «-Ven -me gritó-. Aquí tienes lo que queda de un hombre. Mira. -me mostró varios huesos alargados-, esto eran piernas y brazos; y ahí tienes la cabeza. La cara la llevaron los gusanos. ¡Estiércol! Pero la fuente nueva, con sus cuatro grifos de hierro, sigue vertiendo agua para beneficio de los vecinos. Por obra del esfuerzo de Manuel de Rendos, el dueño de estos huesos que ves. Lo enterré hace nueve años. Rendos vivirá mientras la fuente dure. Aunque se haya podrido su cuerpo.» Balbino impresionado, consigna: «Juré para mí que cuando llegue a. grande haré cosas de valor para no morirme del todo cuando me muera. Todos los días cavilo en eso. Y en la gente que vive perdiendo el tiempo, como dice Serafín. Cumpliré el juramento.»

No, decididamente; este no es un libro para niños sino para ser saboreado por mentes adultas capaces de apreciar su riqueza conceptual y sus primores estilísticos, fundados en una incisiva brevedad y agudeza que llega a lo aforístico.

Parodiando a Joyce, acaso nos atreviéramos a bautizar estas «memorias»: Retrato de un gallego adolescente, precisando, desde luego, las distancias entre el atormentado artista irlandés, que va de la religión a la poesía, en desesperado gesto de evasión de sus prapias circunstancias, y este pequeño campesino gallego que se encara, con ingenua rebeldía, a los problemas de su existencia personal y a las colectivas de su aldea y se compromete con ellos. Un libro bello y profundo, en suma, que ha venido a enriquecer dos literaturas hermanas y que ahora proporciona a los lectores cubanos un aporte más que agradecer a este magnífico gallego aplatanado, excelente escritor, revolucionario militante, gran compañero, que es Xosé Neira Vilas.

 

JOSÉ ANTONIO PORTUONDO
DIRECTOR DEL INSTITUTO DE LITERATURA Y LINGÜÍSTICA DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE CUBA.


la Habana, 28 de septiembre, 1975 Año del Primer Congreso