Salvador García-Bodaño Zunzunegui (Teis-Vigo, 1935) cursó estudios de Derecho en la Universidad de Santiago, y fue iniciador y fundador de múltiples empresas culturales como la Asociación “O Galo”, el Museo de Pobo Galego, el Pedrón de Ouro, etc. Desde 1993 es miembro numerario de la Real Academia Gallega.
En el ámbito de la poesía, el conjunto de su tarea creadora está formado por las entregas Ao pé de cada hora/Al pie de cada hora (1967), Tempo de Compostela/Tiempo de Compostela (1979), Compostela (1989), Poemas de amor a Xulia -recogidos todos ellos, debidamente revisados y reorganizados, en Obra poética (A Coruña, 1993), y la plaquette Pegadas no alcatrán/Pisadas en el alquitrán (Barcelona, 1994), y que recientemente han aparecido en el Boletín Galego de Literatura (n.° 14, 2.° semestre, 1995).
Asimismo, ha cultivado también, con gran originalidad, el relato, con obras tan representativas como O caleidoscopio (1992), luego titulado O Mosteiro, y Os misterios de Monsieur D'Allier (1992). Con larga y fecunda experiencia en el periodismo literario, parte importante de este trabajo aparece recogida en el libro De onte a hoxe. Ensaios xornalísticos dende Compostela (1993).
Su dedicación literaria ha merecido los más destacados galardones, entre los que cabe señalar los premios de poesía de las Fiestas Minervales, el Premio Nacional de la Crítica, tanto en poesía (por Tempo de Compostela) como de narrativa (por Os misterios de Monsieur D’Allier), y el Premio de la Xunta de Galicia a la Creación Cultural (1988).
García-Bodaño pertenece, por razón cronológica, a una amplia unidad generacional -la del medio siglo- y, dentro de ese marco, a una segunda comunidad de edad de poetas –Cuña Novás, Novoneira, Xohana Torres, Avilés de Taramancos- que nacen entre 1926-1938.
Consecuentemente, su obra va a responder a lo que se configura como foco cosmovisionario epocal, esto es, la imagen del hombre-en-el-mundo, del humano vivir “situado” en unas concretas coordenadas de tiempo (histórico) y espacio (ámbito social). Ahora bien, ese foco o núcleo de representación del mundo alcanza en él una ejemplar concreción individualizadora, y pasa a ser “un” hombre situado en “su” vivir; dicho de otra manera, su palabra creadora o fundante va a quedar centrada en un yo de la intrahistoria personal.
No obstante, ese yo apuntado desarrolla en el conjunto de su obra dos perspectivas, dos líneas de sentido (que dan organización y coherencia a toda su tarea lírica). Así, de un lado está la intrahistoria íntima, que en una gran parte de su poemario se hace palabra fundante de la exaltación amorosa, y configura, en una de sus más originales vertientes (de gran novedad en la lírica gallega moderna) dos admirables cancioneros, esto es, una(s) historia(s) de amor subjetivamente secuencializadas.
El primer cancionero corresponde a su primer libro, Ao pé de cada hora/Al pie de cada hora, y esa historia amorosa se articula, bien significativamente, en tres claves episódicas que nos van dando el canto de la presencia/encuentro/relación (“Pregonera de alegría”/ “Tu cuerpo florecido”) y el de la ausencia o voz de la lamentación (“Ausencia y novia bajo las raíces”). Luego, el segundo está constituido por sus Poemas de amor a Xulia, representando el advenimiento revelador en la madurez -sería, así, cancionero de plenitud-, o figura luminosa de la amada que logra dar nuevo y definitivo sentido de vida a los signos de privación -soledad, oscuridad- existencial del yo: “Te acercaste a mi soledad / tan increíblemente exacta / que fue como si de tanto soñarte / yo mismo te creara”.
Pero hay, también, otra perspectiva -o línea de sentido- desde ese yo de la intrahistoria, aquella que lo implica en la dimensión social, o - si se prefiere- un yo que se encuentra y realiza en un mundo compartido, en unos ámbitos de la vida plural y común. Tal proyección corresponde, de modo ejemplar, a su libro segundo, Tempo de Compostela.
Según el título ya sugiere, la ciudad de admirable tradición histórico-monumental se dibuja ahora, en estos poemas, como ámbito escénico de un yo íntimo que confunde su vivir -infancia, primera juventud, despertar del amor- con el hondo poso de la intrahistoria social, la vida plural y anónima que ha venido calando en sus signos de autenticidad a lo largo del tiempo, un “vivir en sucesión” hondo y callado, arraigado en el ámbito, y que nuestro poeta va representando en los símbolos de la “lluvia”, la “piedra” y la “noche”. Además, y en ese escenario de Compostela, quedan también sutilmente recortadas y retratadas unas muy concretas figuras humanas -Otero Pedrayo, Ramón Piñeiro, Fdez. del Riego, etc.- que pasan a convertirse en verdaderos símbolos actoriales, esto es, en actores líricos que emblematizan (representan, interpretan en su singularidad) signos autentificadores del cuerpo social, de su destino como comunidad histórica y de cultura.
En contrapunto con esta imagen de la intrahistoria social arraigada y del yo “revelado” en la vida común y plural (y que en Compostela alcanza relieve escénico), su última publicación hasta ahora -los poemas de Pegadas no alcatrán / Pisadas en el alquitrán- marcan otra vertiente, de marcado acento irónico, centrada en formas del vivir inauténtico y desarraigado (“encomio de la banalidad”, subtitulará el poeta), y que encuentran representación en tipos/modos/ámbitos/instituciones propios de una sociedad tecnologizada, dominada por la máquina y la cultura de los objetos, existencia en escenarios artificiales -la urbe deshumanizante que ha dado la espalda a la vivificadora relación del hombre con la Naturaleza (“el perfil olvidado de las montañas”, “el ámbito natural, limpio y sereno”), y que se nos manifiesta cruel, monstruosamente automatizada.
En definitiva, la poesía de García-Bodaño representa hoy un ejemplo admirable de originalidad e intensidad creadora, obra de un poeta que, de forma muy demorada, ajeno a urgencias y modas, ha ido escribiendo fiel a una poética personal de muy hondas calidades estéticas y humanas. Voz de plenitud que se significa, en estos momentos, como una de las cimas de la lírica hispánica de la contemporaneidad.
Arcadio López-Casanova, Universitat de Valéncia
(In “Cuadernos del Lazarillo”, núm. 11. Revista literaria y cultural. Salamanca. 1996)
POEMAS
[1]
Síntote chegar pregoeira de ledicia
ata a soidade das miñas tardes
anguriosamente idénticas
no silencio mesto en que te agardo.
Síntote chegar, muller aínda recente,
dende o máis secreto dos teus peitos brancos
a esta fondura do meu ser deshabitado
onde é posible que ande a soar
algún cantar antigo para o teu nome...
Síntote chegar
como un sono que me invade ala por dentro
e que me queima nas mans e nas meixelas
e no aire das miñas palabras ao te chamar.
Na orixe da idades
ando a procurar musicas esquecidas
que terán de alegrar o meu corazón
para que non sexa tan triste
cando ti chegues.
E ti has vir...
e pasarás por min
como unha estrela fuxidía
que me ferirá cunha luz purísima
na que quizais tan só comprise morrer.
(Seguen, ademais, os poemas “A cidade pechouse...”,
“E perdérmonos, logo..”, “Horizonte de modernidade”)