Poesía de María del Carmen Kruckenberg
"Memoria de mi Sueño" titula su último libro de poemas María del Carmen Kruckenberg. Es su noveno o décimo libro de poemas -dos de ellos ne en lengua gallega, "Cantigs do vento" y Canabal de ouro". Pero este de hoy es un libro decisivo en la poesía de maría del Carmen, porque es el libro de la hora de madurez, cuando regresan todos los sueños que nos han hecho y el poeta, con su sosiego, espíritu libre y desilusionado, los recoge en el cuenco de las manos, y los vuelve a beber, única agua para la sed perpetua del alma. Desde los dos iniciales versos dle poema "Primeros pasos", "el mismo empezar en cada hombre/siempre el mismo empezar", hasta el verso final del último soneto: "este nuevo nacer que así se amarra", el lector se apasiona con el melancólico, a veces, y otras dramático y desgarrado, caminar de alguien que ha brotado "soñadora perfecta de si misma", (Salinas). La mirada del poeta se tiende sobre su vida, y no vacila en pedirle a su corazón que responda de todas las horas, de las buenas y de las malas. Que la sensación primera y más profunda que da "Memoria de mi Sueño", es el de ser poesía vivida, trozos de la vida llevados, muchas veces, a luminoso exasperación. Y porque esto es lo más difícil, y en estos poemas de que hablamos está logrado de ahí la indiscutible calidad de este libro. Calidad que se va más facilmente que en otros libros de poesía de María del Carmen, porque ahí la lengu aes más calra, el decir más sencillo, y más desbordante la carga sentimental.
Podría hablarse, refiriéndose a la poesía de María del Carmen Kruckenberg, de un neo-romanticismo. Y no solamente por el encantador poema "Primer amor", de una dulzura entre Becquer y Verlaine, el "alma apenas aire", y lloviendo "por las grúas y el puerto". Los poemas "Cansancio" y "Todos" se refieren a la misma renuncia, es decir, a la misma ausencia, lo que vale decir a la misma soledad.
"He tropezado en todos
los caminos,
en los de fuera llorando,
en los de casa dormida".
La tristeza viene de muy lejos, y el alma matinal, nacida para dulces claridades, se inclina y dice aquello de Paul eluard: "Bonjour, tristesse!". Cuando un poeta recuerda hasta tal punto tan vivamente, es que ha aceptado su destino. Es la gran hora de las despedidas, pero tambi´ne la de los reencuentros. Y la voz se traquiliza, y, todo, hasta lo más íntimo, se dice como de otro, cuyo rostro estamos viendo desaparecer en la penumbra que duerme en el fondo de los espejos...
Un hermoso libro. Para mi el más profundo, el más verdadero y personal, de María del Carmen Kruckenberg.
ÁLVARO LABRADA