Alfonso Pexegueiro cierra un ciclo con su poemario Hipatia
Pexegueiro reside en Barcelona desde hace doce años, y es uno de los poetas gallegos actuales que cuenta con más prestigio fuera de Galicia, a pesar de cargar a menudo con el sambenito de poeta maldito. «Yo creo que un poeta es un poco un descubridor de mentiras», comenta Pexegueiro, «y eso molesta y mosquea a mucha gente. La literatura y el lenguaje tienen un poder descomunal, y eso lo saben perfectamente los políticos. Cuando utilizas bien el lenguaje y puedes llegar a la gente, te conviertes en un peligro».
Para Pexegueiro el lenguaje determina el comportamiento humano, y a través de él sería posible mejorar el mundo. Hipatia comienza con la cita: «Todo tiene una edad que no se mide en el tiempo sino en el lenguaje, es la edad de las cosas». El poemario debe su nombre a una mujer llamada Hipatia que vivió en Alejandría en el año 375 d. C., y que era bibliotecaria, filósofa y científica. Hipatia no contaba con la simpatía de la Iglesia y fue asesinada por seguidores del obispo Cirilo a la salida de una de sus clases. «Estas injusticias se repiten a lo largo de la historia, y desgraciadamente, seguirán existiendo. En mi libro Hipatia no es Hipatia, sino una mujer sin nombre. Es Antígona, Penélope, Electra, la reina Ginebra, son las mujeres afganas, es la mujer humillada, y es el hombre a la vez».
Según el autor, Hipatia es como una novela contada como un cuento, pero escrita como un poema. La historia de la humanidad se construye desde la rebelión de una mujer casada con un aristócrata e ingeniero francés. Cuando su marido se marcha a Japón en viaje de negocios, la protagonista empieza a interiorizar su vida. «¿El hombre mata porque olvida o porque recuerda?» es la pregunta que desencadena toda una serie de interrogantes vitales que cuestionan, denuncian y le dan la vuelta a la historia. «Estoy contento de haberlo hecho desde el punto de vista femenino, desde el otro. Hipatia es la diferencia, la extranjera. Hay denuncia, sí, porque no se puede hacer otra cosa. Convivo con la realidad todos los días y cerrar los ojos sería absurdo. A partir de ella construyo otro mundo».
Alfonso Pexegueiro califica este poemario como el libro de las preguntas, pero también del lenguaje y de la duda. El relato está cogido por los mínimos para dar mayor soltura al interior, y comunica la idea del lenguaje afirmativo contra el resentimiento y todo lo negativo. «A menudo utilizamos un lenguaje del resentimiento en el que buscamos y señalamos culpables. A partir de ahí se crean los enemigos, los odios y toda una sociedad. Yo creo que sí existe la oportunidad de ser de otra forma, pero a mucha gente no se le permite el acceso al bienestar. No hay igualdad de oportunidades».
En las obras de Pexegueiro existe una transgresión de géneros. Lo filosófico, lo poético y lo narrativo se entremezclan en libros como La isla de las mujeres locas o Desatinos de un maldito, y también en Hipatia. Sus poemas son abiertos, y el poeta gallego los entiende como casas para el pensamiento y para la conciencia.
Desde el lenguaje
Pexegueiro, no escribe sujeto al idioma, ya sea el gallego o el castellano, lo necesita para ser entendido, pero crea desde un lenguaje que no tiene categoría gramatical. «Extraigo bloques de lenguaje del caos más absoluto y los trabajo. A veces lo comparo con aquellos orientales a los que se les pedía que caminaran sobre papel de seda sin romperlo. Tenían que hacerlo poniéndose totalmente en tensión, casi flotando. Eso es lo que yo intento hacer en mi escritura».
El poeta gallego afirma que es el momento de que se produzca un salto en el lenguaje tan importante como cuando se empezó a hablar: el salto del comportamiento. «Es la única forma de cambiar las cosas. Es muy fuerte cuando de niño ya te roban la razón de tu existencia, y vas sustituyendo tus sueños por mercados, por pequeñas ventas. Robarle a una persona los sueños es la mayor barbaridad que se puede hacer, porque mientras tienes sueños, saltas, sorteas, te ilusionas, sube montañas.... Al quitárterlos te quitan la posibilidsad de seguir viviendo. Y sigues viviendo, pero como un autómata, sometido a los mercados».
Pexegueiro hace una literatura «para oír», y cree que deberíamos saber leer escuchando, haciendo pausas igual que al pensar, a pesar de no haber sido educados en la lectura ni en la escucha. «La enfermedad del siglo es la sordera. Todo el mundo quiere hablar, -pocos saben escuchar. Deberíamos plantearnos qué decimos cuando decimos algo».
En la trayectoria poética de Alfonso Pexegueiro encontramos siempre la esperanza y la utopía junto a la denuncia. Así es, por ejemplo, en su libro El lago de las garzas azules, dedicado a los niños de la calle actualmente descatalogado. «Es un libro que merecería una mayor difusión, pero parece ser que no interesa tratar el tema».
Este poeta que explica que él no buscaba la poesía, sino que ella le cayó encima, apuesta por ponerse siempre en el lugar del otro para no hacer malas lecturas del comportamiento humano.