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La literatura de mujeres en Galicia
Penas, Ánxeles
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Presentamos en este artículo un panorama literario de autoras actuales que escriben en Galicia y en su lengua propia, especialmente en los campos más fértiles y cultivados de la lírica y la narrativa.

 

La normalización de la literatura escrita en gallego corre parejas con la normalización institucional de la lengua, y su asunción como lengua de prestigio cultural, hecho que no se produce sino muy recientemente, pese a las luchas -por otro lado nobles y a menudo casi heroicas- de los galleguistas históricos. Ya sabemos que la Guerra Civil produjo una ruptura dramática en el entramado cultural de España. Pero la herida fue quizás más dolorosa allí donde la recuperación de la identidad histórica era todavía una criatura dada a luz en el tardío Romanticismo hispano. Este fue el caso de Cataluña o del País Vasco, pero sobre todo de Galicia, donde una burguesía ñoña había vuelto la espalda al habla vernácula, por considerarla propia de aldeanos, un "patois" indigno de su refinamiento.

Quienquiera que se atreviese a escribir en gallego después de la Guerra Civil, no sólo no recibía los parabienes del Régimen, sino que no iba a tener mas que un grupo muy contado, por no decir ínfimo, de lectores. El panorama literario de la posguerra es, por lo tanto, lamentable y, después de los destellos de una vanguardia de principios de siglo, sostenida por voces brillantes, como Manuel Antonio, Rafael Dieste, Amado Carballo o Castelao, todo parecía haberse apagado.

No obstante, fuera de Galicia. en Méjico, en Argentina, los intelectuales emigrados publicaban libros en gallego, creaban revistas y editoriales v hacian una nueva patria para el idioma. El caso más ejemplar en este sentido es, quizá, el de Luis Seoane.

A fines de la década del cuarenta hay intentos aislados de recuperación, pero se trate casi de una literatura de "guerrilla" debida al voluntarismo de algunas personalidades aisladas, como los Mensajes de poesía, que el escritor vigués Eduardo Moreiras hacia llegar a trescientos amigos puntualmente cada mes. Así se dieron a conocer nuevos nombres literarios y, entre ellos, las poetas Luz Pozo y Pura Vázquez.

El año 1948 surge en Pontevedra la colección de poesía Benito Soto, dirigida, entre otros, por Celso Emilio Ferreiro y que es la primera en editar libros en gallego después de la Guerra Civil.

Dignos de mención son también el programa en gallego que mantuvo la BBC de Londres, desde el año 1947 al 1956, y los suplementos de los sábados del periódico santiagués "La noche", que comienzan en el año 1949, en el cual colaborarían, entre otros muchos, jóvenes escritores que se darían luego a conocer como la "Generación de la noche".

En 1949, Xosé Filgueira Valverde funda la Editorial de Bibiófilos Gallegos y, muy poco después nace en Vigo, Monterrey Ediciones.

A partir del año 50 en que se funda, y prácticamente durante veinte años, la Editorial Galaxia cargará con el compromiso de las publicaciones vernáculas; y fue gracias a ella que el desgarro con la intelectualidad precedente, impuesto por la Guerra Civil, entre la que se gestaba la emblemática generación NOS o el "Seminario de Estudos Galegos", pudo ser paliado en gran medida. De la importancia de este grupo da constancia uno de sus fundadores, Francisco Fernández del Riego, en el libro A xeración Galaxia (1996).

Si el panorama era difícil para la realidad lingüística de las culturas periféricas, incluida la gallega, lo era lógicamente en grado mayor para las escritoras que pretendían hacerse un lugar en su lengua y en su país. Galaxia, en sus colecciones Illa Nova y Salnés, apostó por ellas y así surgen los nombres de Xohana Torres, Maria Xosé Queizán, María do Carme Kruckenberg o Pura Vázquez. Estamos en los años sesenta y parece que el cetro de la ya mítica Rosalía de Castro todavía no ha encontrado una nueva mano que lo empuñe con su mismo brío.

Tendrá que llegar e1 posfranquismo y la instauración de la democracia para que la normalización de la cultura gallega se produzca y con ella la aforación de un amplio sector de mujeres que tiene algo o mucho que aportar a su país en el terreno del ensayo, la poesía o la novela.

La renovación de 1975

Resulta emblemático para la joven crítica literaria señalar este año como el punto de partida para la renovación de la cultura gallega y, por ende para la creación de una literatura ya no necesariamente condicionada por los presupuestos anteriores del nacionalismo militante. A partir de entonces escribir en gallego ya no es sinónimo de subversión contra un poder represor, si bien pervive todavía la necesidad de normalizar el uso del idioma y aún conserva su aura de compromiso ético el expresarse en vernáculo.

Para la generación que comienza a publicar en la década del setenta, que vivió las convulsiones del 68, que tuvo como maestro de literatura a don Ricardo Carbalho Calero -quien ostentaba por entonces la única cátedra en gallego de la Universidad compostelana- manifestarse en su lengua materna es todavía cuestión de una elección moral y, para algunos, la disyuntiva gallego o castellano no está muy clara. Para todos la figura del poeta Celso Emilio Ferreiro era un mito al que se rendía veneración, un prototipo de las esencias más hondas del alma gallega y de una postura revulsiva contra la lengua de poder. Sus palabras: "Lingua proletaria do meu pobo, eu fáloa porque si, porque me gosta" (Lengua proletaria de mi pueblo, yo la hablo porque si, porque me gosta...") eran todavía efectivas en estos años. La admiración por el poeta duró hasta su muerte, que despertó homenajes multitudinarios en Galicia y en Madrid. Lo que no ha-bía ocurrido jamás con ningún poeta. Los jóvenes intelectuales, nacidos en la posguerra, des- vinculados de las generaciones anteriores, habían encontrado el hilo conductor con las esencias de su tierra, un corazón que latía con verdad y entusiasmo por Galicia. Y ya sabemos que el entusiasmo es contagioso.

Pero fue la década del 80, menos entusiasta quizá, pero más pragmática, la que trajo la reali- zación de muchos de los sueños que se venían acariciando desde hacia un siglo. Con la muerte de Celso Emilio, ocurrida en 1979, se sellaba una etapa de lucha.

El uso oficial del gallego en la enseñanza, el Estatuto de Autonomía de 1980, la Ley de Normalización Lingüística, la creación de la carrera de Filología Gallega, la proliferación de editoriales, premios, etc., propician que el gallego se pueda usar como una lengua normal de cultura y no como un arma de combate.

Palabra de mujer

La participación activa de la mujer en los proyectos culturales de Galicia se intensifica a partir de esta década. En el campo literario surgen nuevas voces y otras, ya conocidas se consagran. También se produce el fenómeno de que escritoras que se habían expresado en castellano hasta entonces retornen a la lengua materna: caso, por ejemplo, de Marina Mayoral y, en parte, de la que suscribe.

La situación parece ser prometedora, al menos en el ámbito de la poesía. En el año 1988, Elisa Vázquez de Gey, en una antología, titulada Queimar as meigas. Galicia: 50 años de poesía de mujer, recoge 33 nombres con obra publicada y menciona otras treinta poetas que tienen obra inédita o en preparación, lo que ofrece un número de poetisas realmente asombroso aunque no todas con escritura en gallego. Elisa Vázquez de Gey nos dice: "...Estoy en situación de afirmar,que en et presente siglo ha habido en Galicia alrededor de setenta mujeres que trabajaron en el campo poético".

El criterio generoso de la autora nos lleva a preguntarnos sobre la incidencia real en la sociedad de la obra escrita por mujeres. ¿Dónde estaban escondidas todas esas poetas hasta la aparición de su antología? ¿Que criterios siguen los antologizadores del sexo masculino cuando hacen sus selecciones? Basilio Losada en su libro Poetas gallegos contemporáneos (1972) no recoge ni una sola voz femenina. César Antonio Molina en su Antología de la poesía gallega contemporánea (1984) solo recoge una, María Mariño (¡muerta en 1967!.). Miguel González Garcés, en su Poesía gallega de posguerra (1939-1975), publicada en 1976 sólo recoge cuatro: Pura Vázquez, Luz Pozo, María Mariño y Xohana Torres.

Son algunos ejemplos de la ignorancia o la displicencia con que se acoge la literatura hecha por mujeres, desde el ámbito masculino.

Una excepción a esta regla es el libro de Maximino Cacheiro Poetisas galegas do século XX (1987), donde aparecen once voces: Filomena Dato, Francisca Herrera, Anne Marie Morris, Pura Vázquez, María Mariño, Luz Pozo, María do Carme Kruckenberg, Xohana Torres, Anxeles Penas, Margarita Ledo Andión y Pilar Pallarés, voces de muy diversas épocas, pero en las que se pueden constatar concomirancias temáticas -según dice el prologuista, Agustín García Calvo -que nos remitirían a la "negra sombra rosaliana: "...Aquí podrá el lector, en este recolecto florilegio.. repasar algunas de esas apariciones de la sombra y pensar en lo que ella se relaciona con la soledad de mujer y con la 'Canción de sola", que me parece el tipo central de lírica popular femenina que tal vez hubo..."

Hay que destacar también, en este sentido de recuperación de nuevas poetas, la Escolma da poesía galega 1976-1984, publicada por Xosé Lois García el año 1984, en Barcelona, en Sotelo Blanco Ediciones. En ella, de un total de 44 poetas antologizados, cinco son mujeres: Margarita Ledo Andión, Anxeles Penas, Pilar Pallarés, Maria Xesús Pato y Xela Arias. El criterio del autor fue recopilar la obra de los poetas nacidos entre 1944 y 1962 y cuya obra aparece entre los años 76 y 84. Xosé Lois García saluda ésta como una etapa dorada de la poesía gallega, a la que han contribuido las libertades políticas: "Teimosamente a poesía galega desde enton trangrede e desmitifica os moldes tradicionais que limitaban a plena independencia expresiva... En poucas etapas denanteriores a poesía galega xogou un papel tan importante como na actualidade, que moitos definen como etapa dourada". ("Con tenacidad la poesía gallega transgrede y desmitifica los moldes tradicionales que limitaban la plena independencia expresiva... En pocas etapas anteriores la poesia gallega jugó un papel tan importante como en la actualidad, que muchos definen como etapa dorada".)

Estamos ahora, o comenzamos a estar, ante los novísimos y novísimas de la poesia gallega, pese a que ea el año 1973, María Victoria Moreno, a imitación de los Nueve novísimos de J. M. Castellet, publicaba una antologia, con el titulo Os novísimos da poesía galega. "La antologia es puro testimonio circunstancial. Apenas hay algo 'novísimo' en ella...", nos dice el poeta y crítico gallego Antonio Dominguez Rey, en Última poesía gallega, un artículo publicado en la revista bilbaina Zurgai, que dedicó un número especial a la poesía gallega, en el año 1993. Para Antonio Domínguez Rey, una de las personas mejor documentadas y con más capacidad crítica del momento actual, los verdaderos novísimos aparecen más tarde: "En realidad, el acopio 'novísimos' gallegos en 1973 es una pretensión frustrada por cuanto imita para querer significar y porque fuerza la evolución natural y espontánea de la poesía más consciente".

Es, pues, ya un hecho universalmente aceptado que en el año 1975, Galicia atravesó una barrera que fue decisiva para su idioma y para su cultura: lo cual no supone  un juicio de valor en menoscabo de lo que se estaba haciendo o se hizo anteriormente; bien al contrario, pues, sin todo eso, no habría bases para sustentar las conquistas de hoy. La historia no hace saltos.

La historia, cierto, no hace saltos; pero existe la intra-historia -como diría Unamuno- y, en ese río escondido, la palabra de la mujer, que sustenta tantas cosas, desde el mismo "berce" (cuna) en la que el hombre es mecido, no siempre es requerida en su plenitud para compartir en voz alta la expresión coral de un pueblo. No se sabe cómo, pero, con harta frecuencia, nuestros hijos nos roban la leche que gustosamente les regalaríamos, produciéndose así un complejo de Edipo al revés, más extraño si se tiene en cuenta que va contra las leyes normales de la naturaleza y hasta de los arquetipos. Debe ser que estamos en una época de dominio "ying", como dice la venerable filosofia oriental.

A la altura de la década del 90 -y a pesar de todas las conquistas idiomáticas y culturales- la situación de la mujer creadora está muy lejos de ser normal.

De esta situación da cumplida cuenta María Camino Noia en 1992, en un libro de hermosa y cuidadísima edición, titulado Palabra de muller, que publica Edicions Xerais de Galicia en colaboración con el Ayuntamiento de Vigo. Son dieciséis las poetisas antologizadas y, además, se hace un estudio bastante amplio de su obra. Es éste quizá, hasta hoy, el proyecto más ambicioso para dar a conocer de forma global toda la poesía escrita en este siglo por mujeres, hasta la publicación del libro. Los nombres incluidos son, por orden alfabético, los siguientes: Cristina Amenedo, Xela Arias, Luisa Castro, M. Carmen Kruckenberg, Margarita Ledo Andión, Pilar Pallarés, M. Xesús Pato, Anxeles Penas, Luz Pozo Garza, M. Xosé Queizán, Ana Romani, Xohana Torres, Xaquina Trillo, Dora Vázquez, Pura Vázquez y Helena Villar.

Palabra de muller es un libro confeccionado absolutamente por mujeres. Además de las poetas y de la autora, participan en él la editora Helena Pérez, la fotógrafa Celina Ramos y las pintoras Menchu Lamas, Berta Alvarez Cáccamo y Marta de Felipe. Resultado: un producto de alta calidad profesional que demuestra lo que puede esperarse de las creadoras gallegas en el futuro.

María Camino hace un extenso comentario sobre el papel que la sociedad gallega ha reservado a sus escritoras y critica los silencios, bien o malintencionados, que las condenan al ostracismo. Cito sus palabras, ya traducidas, para evitar alargarme demasiado: "Las mujeres gallegas también elaboran su pensamiento a través del verso y en la actualidad existe un número considerable de poetisas con obra escrita en lengua gallega. Este libro es un objeto de gran valor para demostrar su existencia e incidir en la presencia de las mujeres en la vida literaria gallega, porque aún hoy se hacen artículos y se dan conferencias sobre poesía gallega actual en los que se evita la mención de las poetisas, mientras la amplia nómina de poetas aparece completa".

A lo largo de este artículo hemos ido viendo un gotear de nombres de mujeres que aparecen lenta y tímidamente en el ámbito editorial de la poesía. También de esto da cuenta Camino Noia: "La literatura gallega es uno de los ejemplos más representativos de la escasez de mujeres que acceden al mundo literario. Cuando echamos una oleada a las novedades literarias en lengua gallega constatamos la poca presencia de las obras escritas por mujeres en relación con las de los hombres y, sobre todo, lo que resulta más extraño es la contada aparición de nuevas escritoras... Este proceso resulta más chocante si tenemos en cuenta que el número de mujeres en la universidad gallega es superior al de los hombres".

La observación hecha por Camino Noia es acertada y preocupante, pues si en 1955 -cuando publica Galaxia el cuarto tomo de la Escolma de poesía galega- en una nómina de 50 pesetas, solo aparecen dos mujeres (Pura Vázquez y Luz Pozo), esto podía estar justificado por el escasísimo número de ellas que accedían a la universidad. En el año 1990 estas razones ya no sirven.

Intentando explicar el fenómeno, María Camino cree que puede deberse a una carencia de lengua o, en otras palabras, al peso cultural que todavía ejerce el castellano sobre el gallego. Otra razón que aduce, de no menos importancia, es lo difícil que resulta publicar poesía, en general, y esto pienso que reza para cualquier lengua de la península, incluido el castellano. Todos sabemos que la producción editorial hoy es una industria que está dispuesta a asumir muy pocos riesgos. Los tiempos de la militancia galleguista se han terminado. No obstante, siempre han existido en Galicia idealistas dispuestos a romperse el pecho por una causa, aunque no dé dinero. Creo que, en este sentido, bien merece unas líneas la empresa editorial iniciada hace muy pocos años por el también poeta Miguel Anxo Fernán-Vello, en su colección de poesía Espiral Maior, de cuidadísima factura. Nuevas poetisas, como Luisa Villata, Yolanda Castaño o Helena de Carlos, se han dado a conocer aquí.

El futuro -me permito ser optimista- está abierto. No creo que el estro poético, iniciado por Rosalía hace un siglo, vaya a menguar. Al contrario, creo que va a más: algunas todavía guardamos dos o tres ejemplares inéditos en nuestros cajones.

Para terminar esta, por fuerza, breve exposición de la poesía femenina, me atreveria a hacer un juicio de valor: puede ser cierto que el número de mujeres poetas no supere al de hombres, pero los criterios cuantitativos nunca me han parecido los más acertados para valorar la obra de arte y así me atrevo a afirmar que, en el panorama de la poesía gallega actual, algunas de las voces más auténticas, más hondas, con un mundo poético personal, son mujeres. Ahí alienta la mejor poesia: la que, ajena a los mimetismos, se deja acunar por la voz profunda de la sangre, por el cauce oculto, venero de la inspiración más sugerente, al que Lorca llamó el "duende".

La situación de la narrativa

Es un consenso ya generalizado, entre críticos e historiadores de literatura, el señalar la dispareja evolución del genero narrativo, respecto al poético. Se acude a veces, para justificarlo, al tópico de que Galicia es una tierra fundamentalmente lírica. ¿Pero cómo se explicaría entonces que algunos de los narradores más importartes en castellano hayan sido gallegos: Pardo Bazán, Valle-Inclán, Camilo José Cela, Torrente...?

El profesor Xoan González Millán, en dos extensos volumenes: A narrativa galega actual (1975-1984) y Literatura e sociedade en Galicia (1975-1990) pone en entredicho el famoso aserto de la prevalencia de ta lírica sobre la narrativa, al menos a partir de la década del 80. Traduzco sus palabras: "En los cambios que se producen a partir de 1975 se nota un creciente protagonismo de la narrativa como el género privilegiado por las editoriales y por algunos poetas, que se inclinan tamién por ella, abandonando total o parcialmente el cultivo de la liírica".

No obstante, al hablar de novela gallega contemporánea, se situaba su renovación mucho antes, a partir de mediados del 50 y por autores nacidos en las décadas 30-40. Ellos habían dado origen a un grupo de novelistas más cercanos a las tendencias europeas o americanas, a Kafka, Joyce, Faulkner o al "Nouveau Roman" francés, que a la corriente del Realismo Social que imperaba en la Península. A este movimiento se le conoce como la "Nova narrativa galega" y, según la profesora y ensayista. M. Camino Noia -en su libro A nova narrativa galega-, abarca un periodo que va desde el año 1951 al 1969.

Entre la nómima de escritores (6) se incluye a una narradora M. Xosé Queizán, con una obra A orella no burato (1965), con la cual podemos afirmar que comienza la narrativa femenina actual. Otras novelas suyas son Amantia, una novela histórica, situada en la época de Prisciliano y escrita desde una óptica feminista y O segredo da Pedra Figueira que, aunque adopta la forma de un cuento para niños, que parece un hermoso relato alegórico donde, en clave mítica,  resaltan los valores éticos y la sabiduria ancestral de un pueblo de los cuales son guardianas las mujeres. Otras obras suyas son A semellanza y Amor de tango.

El poeta y ensayisia Manuel Forcadela incluye también, dentro de los autores de la "Nova Narrativa", a la poeta Xohana Torres, la cual, en el año 1965, publica la novela Adiós, María, que tradicionalmente vino encasillada dentro del realismo; pero Forcadela considera que tiene aportaciones fundamentales como el uso de un narrador-protagonista y el monólogo interior o un especial tratamiento del tiempo. Por otro lado, es una novela que ofrece una visión de la problemática femenina en relación con un tema ya recurrente en Galicia, que es el de la emigración.

En los últimos años, y sobre todo a partir de la década del 80, nuevas narradoras se van incorporando al ámbito lingüístico gallego, algunas, curiosamente, de origen foráneo.,como es el caso de Úrsula Heinze, alemana; de la rumana Cristina Frasie o de la cacereña M. Victoria Moreno. Esta última nos sorprende por la riqueza de su léxico y el alto nivel expresivo que alcanza su gallego: es autora de varios relatos para niños y para jóvenes y tiene una novela Anagnórese, en la cual, siguiendo el esquema mitico del relato de viajes y "trabajos" de la novela bizantina, nos ofrece una versión actualizada del "reconocimiento" por medio del cual los personajes se autoencuentran y se definen.

La escritora Marina Mayoral se incorpora a la narrativa gallega a partir de 1988 con Unha árbore, un adeus y O reloxio da torre. Desde entonces ha publicado las novelas Chamábase Luis, Tristes armas (1994) y Querida amiga (1995). El tema de la separación, del amor frustrado por circunstancias que pueden más que la voluntad de sus protagonistas, es una constante de su obra y como ámbito de fondo la realidad galaica, a cuya raíz siempre tendrán que volver.

En 1983, la poeta Margarita Ledo publica el libro de relatos Mamá-Fe, donde intenta una escritura rupturista, en la cual el influjo del cine es visible. En la misma línea de quebrantar cánones y buscarle "las cosquillas" al lenguaje están sus novelas Trasalba ou violeta e o militar morto (1985) y Porta blindada ( 1990). La historia y la ficción se mezclan en sus relatos de Mamá-Fe para ofrecernos una amplia visión de las tendencias y preocupaciones que se agitan en la sociedad actual.

Las mujeres tienen en sus obras un acentuado protagonismo, desde el cual la autora nos ofrece una perspectiva critica del mundo que las rodea.

Nuevos nombres en este campo son los de Marilar Aleixandre, Carmen Panero, M. Teresa Otero Sande, Fina Casalderrey, Xosefa Goldar y Navia Franco Barreiro.

De junio del 96 es el Libro de relatos de Marica Campo, Confusión e morte de María Balteira, donde con maestría narrativa nos presenta una Galicia mágica, a caballo entre lo legendario y lo real, con cierta filiación conqueiriana. La escritora, ya conocida como poeta, nos ofrece uno de los conjuntos narrativos más intersantes de los últimos tiempos.

Un capítulo que merece ser mencionado es el de la narrativa para niños, donde el número de autoras es muy grande, algunas de ellas exclusivamente especializadas en este género y otras que lo comparten con los géneros mayores de la novela o el relato; caso por ejemplo de Úrsula Heinze, autora también de las novelas O soño perdido de Elvira M., Culpable de asasinato y otros. La ensayista Carmen Blanco, en su libro Literatura galega da muller hace un estudio de 16 de estas creadoras y señala su importante contribución a nuestra literatura.

No creemos que la narrativa de mujeres haya dado todavía los frutos apetecidos y, si se (...)